Leccion 01
"Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor." (Efesios 6:4)
Lectura Bíblica: Efesios 6:1-4
Propósito: Comprender que la adolescencia es la etapa más difícil de la vida de cualquier ser humano. Durante esta etapa, se derivan consecuencias o resultados tanto negativos como positivos. Por eso, es crucial guiar y enseñar a los jóvenes con amor y disciplina según los preceptos de Jehová.
Introducción
Hoy en día, muchos jóvenes se muestran rebeldes con sus padres. Maestros, amigos, iglesias y madres estamos preocupados por el comportamiento de nuestros hijos e hijas jóvenes. Al observar su rebeldía, nos preguntamos: ¿En qué hemos fallado? Si retrocedemos en el tiempo, debemos cuestionarnos: ¿Cómo tratamos o educamos a nuestros hijos cuando eran niños? El comportamiento de los jóvenes hoy está estrechamente relacionado con la educación que recibieron en su infancia. Si los educamos con respeto, tanto en la enseñanza oral como demostrándoles que los respetamos, ellos aprenderán a respetar a los demás.
He sabido de casos en los cuales los padres le dicen al niño: "No le des la paz al hermano", "No saludes al vecino", "No saludes a tu tío". Imaginemos ahora que ese niño ha crecido y recuerda lo que sus padres le decían. Es probable que ahora no salude, guarde rencor, sea irrespetuoso y tenga razón para serlo, porque en casa le enseñaron a ser así. Ahora los padres sufren el mal comportamiento de su hijo o hija, pero se olvidan de que ellos mismos le enseñaron a ser lo que hoy es.
La adolescencia es una etapa muy difícil. Algunas de ustedes, estoy segura, han llorado por el mal comportamiento y el mal carácter de sus hijos(as). ¿Qué hacer? Comprenderles y ayudarles, actuando con amor y disciplina. Dios nos ayudará a manejar la situación con nuestros jóvenes. La adolescencia es la etapa donde la persona joven inicia la pubertad, aún no es adulta y experimenta cambios físicos y hormonales que marcan la transición a la edad adulta. Esta etapa comprende entre los 11 y 19 años, según algunos estudios profesionales.
En la lengua española, suele asociarse la palabra adolescencia con "adolecer" o estar incompleto o carente de algo, no en lo material, sino en lo emocional. Comprendiendo esto, debemos estar conscientes de que nuestros hijos jóvenes no piensan como nosotros. Esto significa que no necesariamente se comportarán como nos comportamos nosotras cuando éramos jóvenes, pues ellos tienen sus propios pensamientos y la sociedad de hoy no es la misma que cuando éramos jóvenes.
Proverbios 23:12 dice: "Aplica tu corazón a la enseñanza, y tus oídos a las palabras de sabiduría". Este es un consejo bíblico tanto para nuestros hijos como para nosotras. Consiste en que a la hora de corregir o educar a nuestros hijos lo hagamos con amor y paciencia, porque los amamos y debemos meditar mucho sobre la palabra de Dios, pues la Biblia es un manual que nos enseña cómo hacerlo.
Muchas veces cometemos el error de escuchar a las demás, hermanas en la iglesia o amigas, decir: "Yo le quito el teléfono, solo así me obedece", o "Yo la castigo con el cinturón o golpes y me funciona". Sin embargo, según especialistas en educación, esos métodos no funcionan. Si queremos que ellos voluntariamente decidan obedecer, debemos dedicar tiempo a la palabra de Dios, acercarnos a ellos, escuchar lo que piensan y preguntarles cómo se sienten. Si están frustrados, es de mucha ayuda conversar con ellos al menos cuatro veces al día.
El texto clave menciona "Criadlos en disciplina". Esto significa que nosotras debemos ser mujeres disciplinadas para transmitir esa disciplina a ellos. La palabra disciplina implica la coordinación de actitudes que instruyen para desarrollar habilidades, buena conducta y orden en la persona.
Proverbios 23:13 dice: "No rehúses corregir al muchacho; Porque si lo castigas con vara, no morirá". El hecho de que sean jóvenes y estén en una etapa difícil no significa que no debamos corregirlos. No corregir demuestra que no nos importan. El texto dice "con vara", pero esto no debe interpretarse como tomar un palo y golpearles. Estudiando la Biblia, encontramos que la vara la usaba un pastor de ovejas o un líder. Como madres, líderes y guías, debemos corregir a nuestros hijos e hijas con sabiduría, amonestándoles para que no pequen y enseñándoles el camino correcto.
No provoquemos a nuestros hijos a ira; corrijamos con amor, como Dios lo hace con nosotras. Si castigamos a nuestros hijos en el momento del enojo, podemos cometer errores de los que después nos arrepentiremos. Proverbios 14:17a dice: "El que fácilmente se enoja hará locuras". Colosenses 3:21 dice: "Padres, no exasperéis a vuestros hijos, para que no se desalienten". Que nuestros hijos busquen consejo en nosotras y tengan confianza en nosotros. Recordemos lo que dice Salmo 127:3-4: "He aquí, herencia de Jehová son los hijos; cosa de estima el fruto del vientre". Meditemos en las palabras "Cosa de estima". Agradezcamos a Dios la oportunidad de tener hijos, pues algunas hermanas o amigas no pueden tenerlos, y nosotras, que sí tenemos, no hemos sabido educarlos ni corregirlos correctamente. Que el Eterno nos ayude a ser mejores madres.
Preguntas para Estudio y Enseñanza
1. ¿En qué hemos fallado respecto a la crianza, educación y formación de nuestros hijos?
2. ¿Qué es educar a los hijos con amor?
3. ¿Cómo nos puede ayudar Proverbios 23:12?
4. ¿Cómo comprendes lo que dice Proverbios 23:13?
5. ¿Qué nos recuerda Salmo 127:3-4?
Conclusión
El amor será vital en la crianza, enseñanza y corrección de nuestros hijos. Enseñemos con nuestro ejemplo, sirvamos a Dios y obedezcamos su palabra. Nuestros hijos querrán ser como nosotras en la medida en que demos buen testimonio. No te canses de dar amor, recuerda que llevaste a tus hijos nueve meses en tu vientre; ellos son el fruto de tu amor. Paz a vosotras.
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