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El Evangelio De Cristo

“Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor, y a nosotros como vuestro siervo por amor de Jesús.” 2 Corintios 4:5

Lectura Bíblica: 2 Corintios 4:1-7; 9:13

Propósito: Estudiar que el evangelio de Cristo es incomparable, porque nos trajo esperanza de vida a toda la humanidad, porque de tal manera Dios el padre mostro su amor infinito en el evangelio que le dio a su Hijo que predicara a la humanidad caída.

Introducción: El evangelio es uno de los misterios de Dios revelado por su Hijo Cristo Jesús a la humanidad. La palabra evangelio aparece con frecuencia en el nuevo testamento, como sustantivo y como verbo, y literalmente significa “buenas nuevas” o “proclamar las buenas nuevas”. En tiempos pasados y en la actualidad, la palabra en su idioma original se ha usado para cualquier buenas nuevas; es por eso que aparece en las escrituras con el calificativo “Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios”, según Marcos 1:1. Dándonos a entender que es diferente a cualquier otro evangelio. Las congregaciones a las que escribió el apóstol Pablo conocían el contenido del evangelio, estas lo calificaban como:

“El evangelio de Jesucristo”. “El evangelio del reino de Dios.” “El evangelio de la paz.” “El evangelio de los bienes”. “El evangelio de la gloria de Cristo”. “El evangelio de nuestra salvación”.


En otros pasajes el apóstol Pablo recalca que puede haber otros evangelios falsos, exhortando a los hermanos en Galacia les dice lo siguiente: “Si alguien predica otro evangelio que no sea el que recibieron, sea anatemasegún Gálatas 1:8-9. Esta frase se sigue usando hasta el día de hoy, porque nunca hacen falta personas que predican evangelios falsos que van llenos de mentiras y exageraciones; falseando la verdad del verdadero evangelio que fue revelado por Dios el Padre a toda la humanidad en la persona de Jesús su Hijo.

El evangelio que fue predicado por Jesús es el mismo que predicamos como fieles representantes de la iglesia de Dios del libro de los hechos. Los apóstoles predicaban que: Jesús vino a este mundo nacido de mujer, se hizo hombre y fue a la muerte, y muerte de cruz por amor a ti, a mí y por toda la humanidad. En el libro de los Hechos 2:36-42, podemos darnos cuenta como estos apóstoles le hablaban a la gente: “sepa, pues, ciertísima- mente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo. Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿Qué haremos? Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros; en el nombre de Jesucristo para el perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.”


Y les seguía exhortando, diciéndoles: “Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos, para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.” Así como Pedro predicaba, seguimos predicando este evangelio de Jesucristo, evangelio que Dios su Padre le dio la responsabilidad de predi- carlo, y enseñarlo a sus apóstoles, ellos a todos los santos del ayer, y de ellos a cada uno de nosotros hoy en día.

Hechos 11:19-21, nos muestra como los hermanos que habían sido esparcidos a causa de la persecución que hubo con motivo de Esteban, pasaron hasta Fenicia, Chipre y Antioquia, no hablando a nadie la palabra, sino a los judíos. Pero había entre ellos unos varones de Chipre y de Cirene, los cuales, cuando entraron en Antioquia, hablaron también a los griegos, anunciado el evangelio del Señor Jesús. Podemos citar más versos que muestran como el Evangelio predicado por Jesucristo y luego por los apóstoles fue de bendición en los tiempos antiguos y lo sigue siendo en nuestros tiempos modernos. Ha sido la voluntad de Dios el Padre que todo ser humano pueda alcanzar perdón de pecados, salvación y vida eterna por su Hijo Jesucristo. Así está escrito en Juan 3:16-17, “Porque de tal manera amo Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en el cree, no se pierda, más tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.”

Pablo el apóstol de los gentiles habla a los hermanos y hermanas de la ciudad de Colosas de esta manera: “El misterio que había estado oculto desde los siglos y edades, pero que ahora ha sido manifestado a sus santos, a quienes Dios quiso dar a cono- cer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria.” Según Colosenses 1:26-27. Como gentiles debemos de sentirnos bienaventurados, porque Dios el Padre en su sola protestada nos hizo sus hijos e hijas en Cristo Jesús. Y no solo eso, también nos dio a conocer las riquezas de su gloria, nos dio a conocer a su hijo Jesús, nuestro único y suficiente Salvador. Este es realmente el propósito del evangelio, dar a conocer el amor y la misericordia de Dios el Padre a través de su Hijo Cristo Jesús. Cada persona debería sentirse dichosa al escuchar este hermoso mensaje, rindiendo su vida a Dios en total humillación.

Por último: El evangelio tiene poder: cómo podemos ver en nuestra lectura bíblica. Que, al recibirlo, obra un cambio radical en nuestra existencia. Porque renunciamos a lo oculto y vergonzoso, y la luz del evangelio resplandece en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de Dios. En otro pasaje declara lo siguiente: “...y saco a la luz la vida y la inmorta- lidad por el evangelio(2a Timoteo 1:10b). Dando a entender que solo podemos conocer la salvación y la inmortalidad al creer en el evangelio de Cristo Jesús. Conclusión: Las buenas nuevas de salvación es la mejor noticia que la humanidad ha tenido hasta el día de hoy; pues no habrá otra semejante. Usted puede estudiar y buscar otras cosas, pero nada se compara con el mensaje de salvación. Jesús el Hijo de Dios, el Mesías prometido, fue crucificado por nuestros pecados, Dios le levanto de entre los muertos, y es también Señor de toda la creación. Si aceptamos este mensaje en nuestras vidas, seremos bienaventurados. El evangelio es poder de Dios, para todo aquel que cree en él. Paz a vosotros.

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