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El Malo Por la Altivez de su Rostro No Busca a Dios

"Por la altivez de su rostro el impío no busca a Dios; No hay Dios en ninguno de sus pensamientos…" Salmo 10:4


Lectura Bíblica: Gálatas 6:7; Jeremías 2:31


Propósito:

Ver cómo la altivez y el orgullo pueden alejar a las personas de Dios, exhortando a su vez a cultivar la humildad en nuestra relación con Él.


 

Introducción:

La altivez es un término que frecuentemente se asocia con el orgullo excesivo o la arrogancia. Es una actitud que tiene un impacto negativo tanto en las relaciones interpersonales como en nuestra relación con Dios. En el contexto bíblico, la altivez es vista no solo como una característica negativa, sino como un pecado que separa al ser humano de su Creador.


Para comprender mejor la naturaleza de la altivez, es importante explorar su definición y manifestaciones. La altivez implica tener una opinión exageradamente alta de uno mismo, a menudo acompañada de desdén o menosprecio hacia los demás. Esta actitud puede manifestarse de diversas maneras: a través de comportamientos dominantes, una negativa a aceptar consejos o críticas, o una tendencia a despreciar a aquellos que se perciben como inferiores.


En el ámbito espiritual, la altivez se manifiesta cuando un individuo se coloca a sí mismo, sus deseos y su juicio por encima de Dios y Sus mandamientos. Este estado de corazón se refleja en el verso de memoria, donde se describe al impío como alguien que, por la altivez de su rostro, no busca a Dios. Aquí, la altivez es retratada como una barrera que impide ver la necesidad de Dios, llevando al individuo a confiar únicamente en sus propios pensamientos y capacidades. La Biblia enseña que Dios resiste a los soberbios, pero da gracia a los humildes (Santiago 4:6). Esto sugiere que la altivez es un obstáculo en nuestra relación íntima con nuestro Padre Dios.


Un corazón altivo tiende a ser autosuficiente, no reconociendo la necesidad de la guía, el perdón y la gracia de Dios. Tal actitud se opone a la esencia del mensaje del Evangelio, que se centra en la humildad, en la dependencia de Dios y el reconocimiento de nuestra necesidad de salvación.

En contraste con la altivez, la Palabra de Dios destaca la virtud de la humildad. La humildad es reconocer nuestras limitaciones, nuestras fallas y nuestra dependencia de Dios. Es en esta posición de humildad donde se puede encontrar una verdadera relación con Dios, ya que siendo humildes aceptamos con gozo su guía, corrección y amor incondicional. En Filipenses 2:3, Pablo exhorta a los creyentes a considerar a los demás como superiores a uno mismo, un principio fundamentalmente opuesto a la actitud de altivez.


La altivez es un estado del corazón y de la mente que se manifiesta en un sentido exagerado de auto-importancia y una falta de reconocimiento de la soberanía de Dios. Esta actitud no solo daña nuestras relaciones entre hermanos y hermanas, sino que también impide nuestro crecimiento espiritual y nuestra relación con Dios. La Biblia nos llama a reconocer y rechazar la altivez, adoptando en su lugar una actitud de humildad y dependencia de Dios. En la humildad encontramos la verdadera grandeza, no a través de la exaltación propia, sino a través de la exaltación de Dios y su obra en nuestras vidas.


El verso de memoria nos ofrece una visión profunda sobre cómo la altivez puede desviar al ser humano de la búsqueda y reconocimiento de Dios. La altivez, al elevar el yo y minimizar la necesidad de algo o alguien más grande que uno mismo, se convierte en un velo que ciega al impío, impidiéndole ver la realidad de Dios y su soberanía. La altivez en el corazón del impío actúa como una barrera entre él y Dios. El Salmo 10:4 también revela que la altivez afecta la manera en que el impío percibe a Dios. La expresión "no hay Dios en ninguno de sus pensamientos" indica una total desconexión con Dios. La Palabra de Dios nos enseña que la relación con Dios es fundamental para una vida que cumpla con el verdadero propósito por el cual fuimos creados (para la gloria de Dios). Sin embargo, la altivez nos aleja de esta fuente de vida y sabiduría. Por eso, el mejor camino que podemos tomar es el de la humildad, porque solo allí hay una recompensa mayor como se ve en Santiago 4:10 “Humillaos delante del Señor, y él os exaltará.”


La altivez puede considerarse como una semilla negativa que, cuando se siembra en nuestras vidas, produce frutos de aislamiento, conflicto y distanciamiento de Dios. Una persona que actúa con altivez, colocando sus propios deseos e intereses por encima de los demás y de Dios, está sembrando semillas de arrogancia y desdén. Es fácil caer en la trampa de creer que nuestras acciones no tienen repercusiones o que podemos escapar de las consecuencias de nuestras decisiones. Sin embargo, la Palabra de Dios nos advierte que el Eterno ve y juzga todas nuestras acciones. Además, esta ley nos invita a reflexionar y evaluar constantemente nuestras acciones y motivaciones.


En un mundo donde la gratificación instantánea y el enfoque en el yo son comunes, es vital recordar que las semillas que plantamos hoy determinarán la cosecha de mañana. Por lo tanto, es esencial buscar cultivar un carácter humilde y centrado en Dios, reconociendo que nuestras acciones tienen un impacto no solo en nuestra vida sino también en las vidas de los demás. Jeremías 2:31 dice: “¡Oh generación, atended vosotros a la palabra de Jehová! ¿He sido yo un desierto para Israel, o tierra de tinieblas? ¿Por qué ha dicho mi pueblo: Hemos roto tus coyundas, no vendremos más a ti?” ¡Qué situación dolorosa! El rechazo de Israel a Dios, un rechazo que tiene sus raíces en la altivez y en la falsa autosuficiencia. Este pasaje nos ofrece lecciones sobre las consecuencias de alejarnos de Dios y cómo podemos aplicar estas enseñanzas en la actualidad. Esta actitud es un claro ejemplo de altivez, donde el pueblo de Israel, en lugar de reconocer su necesidad de Él, se declara autónomo e independiente.


Hermanos y hermanas, esperamos que nunca neguemos la providencia de Dios. Dejemos a un lado la altivez y busquemos la gracia del Eterno.


Preguntas para Estudio y Enseñanza:

  1. ¿De qué manera puede la altivez impedir nuestra relación con Dios?

  2. ¿Cómo se manifiesta la altivez en actitudes y acciones cotidianas?

  3. ¿Qué enseñanzas podemos extraer del ejemplo de Israel en Jeremías 2:31?

  4. ¿Cómo podemos aplicar la ley de la siembra y la cosecha a nuestras vidas en el contexto de la altivez y la humildad?

  5. ¿Qué pasos prácticos podemos tomar para cultivar la humildad y buscar a Dios?


Conclusión:

La altivez nos aleja de Dios. Tengamos presente que nuestras acciones y actitudes tienen profundas consecuencias espirituales. La humildad es la clave para una relación genuina con Dios. Él nos invita a reconocer nuestra total dependencia en Él. Paz a vosotros.



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