Lección 03
"Por lo cual, teniendo nosotros este ministerio según la misericordia que hemos recibido, no desmayamos..." 2 Corintios 4:1
Lectura Bíblica: 2 Corintios 4:1-6, Hechos 16:4-5
Propósito: Ofrecer una comprensión clara de cómo enseñar doctrinas bíblicas de manera efectiva y relevante, enfatizando la importancia de la claridad, la integridad y la relevancia en la enseñanza de las Escrituras.
Introducción
La doctrina bíblica ocupa un lugar central en la vivencia y expresión de nuestra fe. No es un conjunto de creencias abstractas, sino la columna vertebral que sostiene y da forma a nuestra comprensión de Dios, de nosotros mismos, del mundo que nos rodea y de la manera en que debemos vivir.
La Biblia nos enseña que "Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia" (2 Timoteo 3:16). Esta es la doctrina que a lo largo de las Escrituras emerge una y otra vez, enseñándonos a vivir una vida justa, recta y santa ante los ojos de Dios.
La responsabilidad de transmitir estas verdades doctrinales es grande. En Santiago 3:1 se nos advierte: "Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación." Esta solemne advertencia destaca la seriedad con que se debe manejar la palabra de verdad, sabiendo que, como maestros, somos responsables ante Dios por cómo presentamos sus enseñanzas. He aquí la razón por la cual escribimos esta lección: queremos enseñar la verdad bíblica de Dios con claridad.
Nos hemos propuesto enseñar con integridad la palabra de Dios. El apóstol Pablo enfatiza esto cuando exhorta a Timoteo: "Pon estas cosas por delante, hermano Timoteo, y serás buen ministro de Jesucristo, nutrido con las palabras de fe y de la buena doctrina que has seguido" (1 Timoteo 4:6). El buen ministro es, por tanto, aquel que no solo sigue la buena doctrina, sino que también la nutre y la enseña a otros.
La enseñanza doctrinal también debe ser realizada con amor y paciencia. Efesios 4:15 nos llama a hablar la verdad en amor, creciendo en todo en aquel que es la cabeza, Cristo. Por lo tanto, la doctrina se debe impartir de tal manera que fomente el crecimiento y la madurez espiritual de todas las personas.
La enseñanza doctrinal efectiva debe estar fundamentada en la obediencia total a Dios, reconociendo que la verdad pertenece a Dios y que tú y yo solamente somos transmisores de su palabra divina. Tomando el consejo de Pedro: "Preparados siempre para responder a todo el que os pida razón de la esperanza que hay en vosotros, pero con mansedumbre y reverencia" (1 Pedro 3:15). Para ello, se requiere que leamos, analicemos y apliquemos la palabra de Dios a nuestras vidas, entendiendo que transmitir la verdad de Dios debe hacerse con integridad, devoción y obediencia.
Todos tenemos un compromiso con la verdad, compromiso que debe ser vivido tanto en palabra como en testimonio. Al enseñar las doctrinas bíblicas, nos alineamos con el propósito divino de iluminar el camino hacia la salvación a través de la fe en Jesucristo. Tal como se nos recuerda en Juan 14:6: "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí." Al final, la enseñanza de la doctrina bíblica es el eco de la voz de Dios a través de los tiempos, llamando a sus hijos a casa.
El ministerio de enseñanza es descrito en 2 Corintios 4:1-6 como un reflejo de la misericordia de Dios. Pablo, consciente de la gracia inmerecida que lo capacita para su ministerio, declara: "Por lo cual, teniendo nosotros este ministerio según la misericordia que hemos recibido, no desmayamos." En este acto de misericordia, no solo se proclama el evangelio, sino que también se combate la ceguera espiritual, ofreciendo la luz de Cristo a un mundo envuelto en tinieblas.
La enseñanza bíblica es una labor de revelación divina, donde se hace patente la verdad en medio de la ignorancia espiritual. Así como Jesús afirmó ser la luz del mundo (Juan 8:12), el maestro de la doctrina bíblica lleva esta luz a los demás, iluminando los ojos del corazón para que puedan conocer la esperanza a la cual han sido llamados (Efesios 1:18). La imagen de Dios, resplandeciente en el rostro de Jesús, es presentada a aquellos cuyas mentes han sido cegadas por el dios de este siglo (2 Corintios 4:4).
La enseñanza doctrinal fiel es, por tanto, un servicio que se presta a la humanidad, un acto de amor que desafía la oscuridad con la esperanza y la claridad del mensaje del evangelio. Se nos recuerda que nuestro cometido no es promovernos a nosotros mismos, sino a Jesús como Señor y Salvador (2 Corintios 4:5), y en este proceso, nos convertimos en vasijas que llevan este tesoro en cuerpos de barro (2 Corintios 4:7), mostrando que el poder extraordinario proviene de Dios y no de nosotros. En este contexto, tú y yo como maestros somos llamados a ser un faro de verdad, guiando a los hermanos y hermanas a través de la confusión y la duda, hacia la comprensión y la aceptación del evangelio de Dios.
Cumpliéndose lo dicho en Hebreos 4:12: "La palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de dos filos." En manos del maestro, esta palabra se convierte en la herramienta para penetrar la oscuridad y revelar la luz de la gloria de Dios. La iglesia primitiva desempeñó un papel fundamental en la enseñanza y preservación de las doctrinas, tal como se ve en Hechos 16:4-5. Los versículos nos relatan que mientras Pablo y Silas viajaban, entregaban los decretos establecidos por los apóstoles y ancianos en Jerusalén para que los guardasen. Estos decretos, enseñanzas fundamentales para la fe, eran el resultado de la deliberación de la iglesia en el Concilio de Jerusalén (Hechos 15), donde se discutieron cuestiones doctrinales cruciales para los gentiles bautizados en la fe de Jesús.
La transmisión de estas enseñanzas era vital para la unidad y el crecimiento de la iglesia. Al mantener la doctrina pura y consistente, la iglesia primitiva establecía una base sólida para la fe y la práctica de los nuevos creyentes, como lo muestra el texto de Hechos 16:5: "Así que las iglesias eran confirmadas en la fe, y aumentaban en número cada día." Este pasaje refleja que una enseñanza adecuada no solo instruye, sino que también edifica, afirmando la fe de los creyentes y añadiendo a la iglesia aquellos que son salvos. La enseñanza de la doctrina, por lo tanto, es para formar el carácter y crecer en la fe de los nuevos creyentes. Pablo aconseja en Tito 2:1: "Pero tú habla lo que está de acuerdo con la sana doctrina." Esto indica que las enseñanzas deben reflejar y promover una vida piadosa y santificada.
La expansión de la iglesia mediante la enseñanza adecuada también revela la obra del Espíritu Santo, quien guía y capacita tanto a maestros como a estudiantes. Como Jesús prometió en Juan 14:26, el Consolador, el Espíritu Santo, enseñaría todas las cosas y recordaría todo lo que Él había dicho. Así como sucedió en la vida de los hermanos y hermanas de la iglesia primitiva, sucede en nuestras vidas: la presencia del Espíritu Santo es fundamental y evidente en la fidelidad de la enseñanza bíblica.
Para que la doctrina bíblica verdadera del Dios eterno tenga efecto en la vida de las personas, procuremos nosotros vivirla para que ellos vean que en verdad vivimos conforme a lo escrito en la palabra de Dios. Imitemos a esos hombres que describe Hebreos 11; ellos alcanzaron buen testimonio por la fe que había en ellos para con Dios. La fe y la obediencia a Dios juegan un papel importante en la enseñanza de la palabra de Dios hacia las demás personas.
Preguntas para Estudio y Enseñanza:
Nota: Por favor busque citas bíblicas para reforzar su comentario.
1. ¿De qué manera la comprensión de 2 Corintios 4:1-6 puede transformar nuestra perspectiva sobre el ministerio de enseñanza en la iglesia de hoy?
2. Basado en Hechos 16:4-5, ¿cómo pueden los decretos y enseñanzas de la iglesia primitiva servir de modelo para establecer doctrinas en nuestras congregaciones hoy?
3. ¿Cuál es la importancia de vivir lo que predicamos cuando enseñamos doctrinas bíblicas? ¿Qué ejemplos bíblicos conocemos que ilustran este principio?
4. ¿Cuál es el papel del Espíritu Santo de Dios en el proceso de comprender y enseñar su palabra?
5. ¿Cómo aplicas lo dicho sobre los pastores en Hebreos 13:7 con lo dicho en la lección?
Conclusión:
Finalizamos diciendo que "teniendo el mismo espíritu de fe, conforme a lo que está escrito: Creí, por lo cual hablé, nosotros también creemos, por lo cual también hablamos..." 2 Corintios 4:13. Asumamos con responsabilidad este llamado. Paz a vosotros.
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